Una vez
entregado oficialmente el premio al mejor centro se sucedieron las fiestas por
ese gran logro. La última fue la que organizaron mis estudiantes del master
Patrimonio y desarrollo de la facultad de letras y ciencias humanas de
Agadir. Y si las primeras fiestas se anticiparon con preparativos declarados, la
que celebraron los estudiosos del patrimonio fue una sorpresa inesperada. Pues,
llegué el miércoles pasado, como es de costubre, al aula 18 a las ocho de la mañana.
En el trayecto a la facultad repasé, en mi memoria, los contenidos de la
prevista sesión. Todo lo tuve planificado para las dos horas de clase menos esa
sorpresa que me prepararon mis queridos estudiantes. Esta vez son ellos los que
lo tienen bien pensado y planificado y para las dos horas que debiera durar la
sesión. En el orden del día hubo dulces, tartas, té, anécdotas, chistes,
canciones, y mucha charla sobre los proyectos futuros de cada uno.
Los
futuros masters sellaron ese día con un recuerdo inmortal: un valioso y muy bonito
cuadro firmado con bonitas palabras en el dorso. Y para eternizar este momento
tan especial allí estaban las fotos.
Me
veo incapaz de apreciar con palabras ese gesto. Lo que sí puedo es expresarles
mi más sincero agradecimiento, mi orgullo y mi dicha porque son
maravillosas personas y, desde luego, buenos estudiantes.
Así, si
ellos han apreciado mis modestos éxitos a nivel profesional, yo aprecio su
gesto, su forma de ser y de pensar y su empeño en profundizarse en algo que amamos todos: nuestro patrimonio y nuestra cultura.
Desde
aquí les deseo a todos y a cada uno lo mejor en el futuro inchaLLah.
Muchas gracias
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